20.10.08

La "concertación Edisur-Giacomino" /2

El Arq. Arquímedes Federico nos sorprende semana a semana con sus justicieras columnas sobre la problemática urbana, en el programa radial del reconocido periodista Ricardo Fonseca ("Hablando Claro", los Sábados a las 8 hs. por Radio Nacional Cba. AM 790). Junto a otros columnistas de la talla de Eduardo Aliverti, Enrique Lacolla o Sebastian Bertuccelli entre otros, Federico realiza un seguimiento de los problemas politicos urbanos y los difunde como ninguna casa de estudios o publicacion especializada lo hace. No obstante, el propio arquitecto aclara que "no es un especialista" en estas cuestiones, sino un arquitecto que, antes que nada, es un ciudadano precupado por lo que le ocurre a su ciudad y su población.

Nada Novedoso












Por Arq. Arquimedes Federico


En el gobierno de Ramón Mestre se dictaron una serie de ordenanzas que incorporan conceptos novedosos como “áreas especiales”, “áreas de reserva”, “la parcela atípica” o criterios de discusión entre el actor público y el privado en terrenos de amplias dimensiones con el objeto de lograr una mejor aplicación de las referidas normas.

Con Martí, en esto de incorporar aspectos novedosos, se impone la declaración jurada del propietario o el profesional para obtener el final de obra. No hacía falta que el municipio verificara la correspondencia entre planos aprobados y la obra concluida.

Todos estos novedosos avances en la construcción de la ciudad, sonaron en su momento como decisiones acertadas en la medida que significaban incuestionables desde la óptica de las conductas responsables.

Desgraciadamente no fue así.

Se generaron tantas “fisuras” que en una inesperada y escandalosa connivencia entre los actores públicos y privados resultaron ser razones, casi te diría de culto, para justificar cualquier desaguisado u oculto negocio inmobiliario hasta el día de hoy.

La extraña habilidad desarrollada por funcionarios y empleados municipales para interpretar esas normas demuele aquel concepto de las dos bibliotecas de la Justicia. Acá hay tantas bibliotecas como negocios sobre la mesa.

Larga sería la lista de personajes y obras que a simple vista de cualquier ciudadano terminaron de conformar la actual imagen de nuestra Córdoba.

Con Kammerath se profundiza ya no los aspectos novedosos sino la búsqueda de nuevas “fisuras” pero desde una práctica legal.

A la Dirección de Control de Obras Privadas le saca la palabra Control y elimina el Derecho de Edificación o lo que es lo mismo que vaciar de recursos dicha dirección. También se “simplifican” las presentaciones para que los ansiosos desarrollares no pierdan tiempo y dinero en esto de hacer trámites o someterse al control municipal.

Juez enarbola la Consulta Pública, como un avance del proceso de democratización en la ciudad, para dirimir todo aquello que resultara confrontativo. Pero la presión resultaba más fuerte y no puede torcer la tendencia. Termina subiéndose en ella y en una trasnochada y sesiones extraordinarias mediante, tira por la borda un exitoso trámite seguido en la discusión de la famosa ordenanza que permitiría la construcción de monoblocks en barrios residenciales y bastardea el instrumento. Con esa agachada política le firmó su certificado de defunción en la credibilidad pública.

Hoy la Consulta Pública no convoca a nadie.

Y llegamos a Giacomino. Lo novedoso resulta “la concertación público-privada”.

Presentada como ejemplo a seguir con dudosas apreciaciones por la ausencia de fundamentos y material de consulta necesario para ilustrar a los “ilustrados” que en última instancia debían resolver sobre el tema; la concertación pretendidamente significaba ponernos a la altura de las grandes ciudades de acá y de allá.

Frente a las denuncias de corrupción de Olga Riutort las dos espadas más importantes que hay detrás de este acuerdo, tuvieron que salir a defenderlo poniendo al descubierto las “fisuras” del novedoso instrumento.

Giacomino y Parga asumieron personalmente el protagonismo acentuando de esta forma el manto de sospecha instalado en los comentarios de la calle.

Cuando se ponía más caliente la mediatización de la denuncia hizo su aparición Juez defendiendo el acuerdo. Aparición que en esta misma columna había adelantado algunos sábados atrás.

Casi al mismo tiempo que largara su equipo en las sombras y con el veredicto de los concejales ya consumado, sus propios técnicos en planeamiento durante su paso por el municipio, en una opinión hecha pública exponen las “medias verdades” de la concertación que descalifican sorpresivamente a Juez y al propio Giacomino y ponen al descubierto que “algo” está pasando dentro del Frente Cívico.

La aprobación del primer acuerdo público-privado por ahora sólo logró una aprobación con muy pocas precisiones. En la medida que este trámite sigue aportando datos, se irán viendo si esas medias verdades pasan a ser verdades.

De ser así, la ciudad en la mente de nuestros actuales funcionarios no tiene nada de novedosa y repite el proceso con que inicié la columna: se remiten a unas cuantas intervenciones que sólo sustentan aquello que por los años 90 se le terminó identificando como “la ciudad de los negocios”, y que por estos tiempos y por estos pagos, goza de buena salud.


Columna programa Hablando Claro, sábado 18 de octubre de 2008

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Planificación, una palabra, muchos usos

Por Arq. Arquimedes Federico


















La desgraciada muerte de una joven trabajadora, arrollada por un camión en la avenida Luchesse, ha sido motivo para volver a hablar “del alto precio de no planificar”
Parecería que muchos de los problemas que nos aquejan, planificando desaparecerían.
Quizás, desde la mirada del ciudadano común, sea así.
Pero desde la mirada de nuestros funcionarios o de los mismos formadores de opinión, resulta igualmente cierto?
Desde 1983, en la ciudad de Córdoba hemos tenido solamente 4 intendentes que han cumplido su mandato.
Con Mestre se dictaron la mayoría de las normas urbanas que con sucesivas modificaciones hoy perduran en su aplicación. Pero fundamentalmente en su intendencia se fijaron algunos criterios muy particulares como el concepto de “áreas especiales” o la posibilidad de “negociar” la aplicación de las normas en terrenos que por su tamaño pueden consensuarse determinadas condiciones. Criterios que permitieron muchas fisuras que posibilitaron la corrupción urbanística.
Aunque no compartí en su momento la forma de ciudad que esas ordenanzas proponen, con el tiempo dejó evidenciado que solamente un cuerpo normativo no alcanza para atender los conflictos urbanos.
Nueva Córdoba es el mejor ejemplo.
Un querido amigo, con una capacidad de síntesis fantástica, dijo: “construyeron tantos edificios, metieron tanta gente y se olvidaron que las veredas siguen midiendo 2 metros cincuenta de ancho”.
Con Martí, la primera influencia vino de la Mano de Miguel Angel Roca y su limitada propuesta de descentralización municipal con los CPC. El participación todavía sigue siendo un deseo, no aparece y sigue asustando a los políticos. A la fecha, la descentralización sigue siendo una tibia reforma administrativa.
La segunda influencia vino de la mano de un actor repetido: Marianacci. Arrancó con Martí y repitió con Juez. Con uno el PEC, con el otro el PECba. En ambas instancias con la palabra mágica: planeamiento estratégico.
Se gastó plata y tiempo. Resultados: ninguno. Sólo engordó el currículo de su mentor y sus seguidores que fuera de Córdoba se “vende” muy bien.
No me olvido de Kammerath. Pasa que su gobierno dejó poco o nada en esto de “planificar”.
Hoy está dando sus primeros pasos Giacomino, que también habla de planificar.
Pero antes aclaremos qué significa planificar.
En una definición casi de diccionario diría que la planificación supone la proyección de metas, basada en métodos apropiados que alejan el concepto de la actuación intuitiva o experimental. Que la planificación es permanente, debiendo estar en constante diálogo con la realidad.
En una definición un poco más elaborada, en buena medida la planificación urbana es una actividad negociadora y mediadora del complejo sistema de relaciones que se establecen entre la administración y la comunidad, que opera en un medio social, económico y político variable a lo largo del tiempo. Por lo tanto, uno de sus objetivos debería ser señalar lineamientos de acción que sean entendidos y sentidos como los más idóneos por las propias comunidades.
Por supuesto que estas definiciones no alcanzan cuando entramos en el terreno de las ciencias que estudian los problemas de las ciudades. El impacto ambiental, el ataque desde los conflictos, quienes sólo entienden la planificación congelando la ciudad desde la normativa, son posturas que enfrentan posiciones y políticas.
La cultura del Plan implica una previsión física integral del continuo urbano, en el que cada caso viene a concretar, completar y consolidar un hecho previsto. La cultura de la evaluación, en cambio, implica un proceso fenomenológico de conformación de la ciudad, en la que cada parte va formando y condicionando la continuidad.
Pero veamos qué está pasando hoy para generar alguna esperanza.
El subte presupone una concreción para dentro de 10 años con una traza que no sabemos qué estudio avala ni que ciudad tendremos. El ferrourbano, idem. La concertación público-privada sólo un negocio inmobiliario. Al sistema de ómnibus se le agregan unidades, por un lado creyendo que con cantidad se soluciona y por otro se larga el diferencial sin acompañamiento de medidas complementarias como disminuir el estacionamiento vehicular en el centro. Se apoya en un Plan Director que a un costo de 600.000 pesos sólo puede ofrecerle algún par de ideas más o menos interesantes como ensanchar una vereda de la avenida Hipólito Irigoyen. A la saturación vehicular de algunas arterias la imaginación sólo da para proponer su ensanche.
No pido que Giacomino, por si mismo planifique. Solo pido que los que lo asesoran sepan algo de esto y si no saben que los cambie.

Columna programa Hablando Claro, sábado 27 de septiembre de 2008

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